martes, 3 de marzo de 2015

VIVIENDO EL PLAN DE DIOS parte 3

El Día Mas Feliz De Su Vida
Libro: ”La Batalla de Cada Mujer”
Una novia radiante saludó a sus invitados con una gran sonrisa esplendorosa mientras entraba al salón de recepciones después de la ceremonia matrimonial. Se movía con elegancia y paseaba por el salón, su velo resplandecía sobre su hermoso vestido. Ella paseaba de mesa en mesa, saludando a cada invitado, gozándose en los cumplidos y halagos.
¡Te ves espectacular! ¡Eres la novia más bella que he visto! ¡Ese vestido está divino! ¡Se te ve increíble! ¡Te luce perfectamente! ¡Qué ceremonia tan especial! Le prodigaban alabanza tras alabanza. La novia no pudo haber estado más orgullosa y agradecida por la adoración de la multitud. Hubiera podido pasar de persona en persona, recibiendo cumplidos y halagos toda la noche. Y así fue. Pero, ¿dónde estaba el esposo? Toda la atención estaba enfocada en la novia y ella nunca la dirigió hacia su esposo. Ni cuenta se dio de que él no estaba a su lado. Recorrí el salón con mi vista para buscarlo. ¿Dónde estaría? Al fin lo encontré, pero donde menos lo esperaba. El esposo estaba en una esquina, solo y cabizbajo. Vi cómo él miraba la argolla que recién había recibido de su ahora esposa, vi cómo la giraba alrededor de su dedo mientras lágrimas rodaban por sus mejillas y caían en sus manos. Fue entonces que vi las llagas . . . el esposo era Jesús.
Él esperó, pero la novia nunca volteó a ver a su esposo. Nunca le tomó de la mano. Nunca se los presentó a los invitados. Simplemente, se manejaba independiente de Él. Me desperté del sueño con un sabor muy amargo en mi boca. ―¿Así es como te hago sentir, Dios, cuando busco amor de todas las maneras equivocadas? Lloré al darme cuenta del dolor tan profundo que le causaba a mi Dios. Desafortunada mente

, este sueño ilustra exactamente lo que está pasando entre Dios y millones de entre Su pueblo. Él se compromete en matrimonio con nosotros, tomamos Su nombre (como “cristianos”), pero vivimos buscando amor, afecto y atención de parte de todos menos del Hijo de Dios, el Amante de nuestras almas. Cristo anhela que aquellos que son Suyos le reconozcan, le presenten a sus amigos, se aferren a Él para encontrar su identidad, que se pierdan en la mirada de sus ojos . . . que lo amen con toda su alma y corazón. ¿Y tú? ¿Qué tipo de relación tienes con Cristo? ¿Tienes un gozo e intimidad indescriptible con Él, quien te ama con una pasión que va mucho más allá de lo que puedas imaginar? Ese gozo, intimidad y relación es posible. (Proverbios 22:11, Cantares 6:3, Oseas 2:19-20 Salmos 36:5-8.)